Cañete celebra el Día Nacional del Arte Negro.
“Ritmos de la esclavitud, contra amarguras y penas. Al compás de las cadenas… ritmos negros del Perú”, cae bien hoy en día festejar en nuestra provincia el Día Nacional del Arte Negro.
Cuna de gente morena, alegre y zalamera que lleva el ritmo y salero en la sangre. Una etnia que a través del tiempo mantuvo intacta su más rico acervo cultural, “contra penas y amarguras” sufriendo en la colonia.
La tradición nace con la “Villa de Santa María de Cañete” en 1556 que importan de las costas del continente africano: Guinea, El Congo, Angola y de otras tribus.
Cañete, fue el centro de concentración de esclavos de Africa, cuyas estadías fueron las otroras haciendas “El Dulce”, “Viña de Casa Blanca”, “El Calero” y otros que persisten en el tiempo.
Los galpones era el mejor lugar para invocar a sus dioses derrochando su alegría y olvidándose - aunque por un instante - sus penas y frustraciones por ser esclavos.
Una cultura nueva entre palitroques y quijadas de burro. Voces a manera de lamento, ira y tristeza; un estilo de mezcla de sollozos prolongándose en secreto por Ica, Lambayeque y Lima.
Un mosaico de costumbres entre la religión, lamento y diversión afianzándose en la época republicana que constituyó su idiosincrasia del nuevo pensar del mundo occidental.
Cañete, se convierte en cuna de esta vigorosa raza y forma parte de nuestra identidad. Se introduce en la popularidad de la difusión de la cultura y el Arte Negro.
Celebrar el Día Nacional del Arte Negro, tiene una razonable y justa explicación de su nacimiento y bautizo. Su consolidación del 12 de Agosto de 1971 durante el gobierno edil de don Alfredo De Toro Moreno.
El “I Festival Negro” que nace bajo el sustento del bagaje cultural y artístico de la raza negra constituyéndose en un eslabón de la peruanidad, cuyo primer evento fue un 29 de Agosto del año en mención.
Se realizó en el entonces local de la Asociación Cañetano de Artistas ACAR, donde se levanta hoy el majestuoso Santuario Virgen, “Madre del Amor Hermoso”.
Aquél domingo de fiesta, las expectativas rebasaron por el éxito rotundo del festival que trascendió las fronteras, puesto que contó como Maestro de Ceremonias y Director de evento al encumbrado decimista peruano, Nicomedes Santa Cruz.
La perseverancia de este pueblo por cultivar la música, la danza y otras manifestaciones artísticas, aunque no masivas por la indiferencia de sus autoridades, sigue latente.
A principios de la década del 90, surgen los entredichos con la provincia de Cañete por ostentar el título de “cuna, del arte negro”, llegando hasta el congreso de la república.
La gestión del Ing. Carlos Sertzen, gracias al abultado y valioso documento histórico presentado y sustentado por el Dr. Luciano Correa, el hoy Ministerio de Cultura, dio la razón a Cañete.
Han transcurrido 25 años de aquella fecha y es menester recordarlo. Lo malo será olvidarnos. A 46 años del festival y el 461 aniversario de su arribo y fundación de Cañete.
Es también recordar a grandes cultores del Arte Negro: Ronaldo Campos, Carlos “Caitro” Soto, Porfirio Vásquez, Susana Baca, Pedrito Flores, Santiago Venturo, Román Fernández, Antonio Ruiz Tovar, Luciano Correa, Carlos Sertzen, Jorge Brignole, Germán Gutiérrez, Carlos “Calin” Romero, Carlos “Calón” Arana, Erick Sarmiento, Percy Castañeda y muchos otros.
"Misangas mandingas... mondongos loquimbas... caravalies... Y terranovas. Que en Cañete fueron muchos los que gritaron libertad... Vamos al galpón pa´ mover la rebelión", dice en su inspiración el Dr. Antonio Ruiz de su ya inmortal tema Cimarrones. ¡Salud con un buen pisco por la raza afro!.
Textos: Wilfredo Cayllahua.
Fotos : Julio Munayco.
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