La llegada del nuevo año es como la felicidad de los niños que contagian la algarabía en los grandes
Piero Joaquín (derecha) con sus amiguitos momentos previos
de recibir el Año Nuevo
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Se acostumbra comparar al Año Nuevo con un niño recién nacido, un niño
que tiene toda la vida por delante, todo un futuro lleno de esperanzas y
oportunidades, un niño que podría llegar a ser y hacer grandes cosas... hasta
ser el salvador de la humanidad con sus inventos y descubrimientos o el ejemplo
a seguir por sus hazañas y esfuerzos.
La comparación es buena, porque en realidad un Año Nuevo se
presenta como un tiempo de renovación, tiempo en que todos tenemos la esperanza
de que todo será mejor, de que se nos presentarán nuevas y mejores oportunidades,
que nuestras vidas serán mejores y el mundo será bueno para todos.
Pero de la misma manera que el recién nacido es
indefenso y necesita muchos cuidados y atenciones para que sobreviva y crezca
sano, así también el Año Nuevo necesita que lo cuidemos como a un niño, que no
sólo necesita cuidados y atenciones en la infancia, sino a lo largo de la vida,
para llegar a su plenitud y completo desarrollo.
Así debemos de ver este Año Nuevo que recibimos, como un niño de todos y
todos debemos cuidarlo, sólo así podrá ser un Año Bueno, sólo con el cuidado de
todos, con la dedicación de todos lograremos que aflore todo ese potencial que
vemos en este Niño recién nacido al que llamamos Año Nuevo.
Este pequeño trajo mucha dicha con su nacimiento y toda la
familia está llena de esperanzas y de seguro dedicarán su empeño para lograr
que tenga una vida feliz y llegue a desarrollar todo su potencial y viva una
vida de provecho para él y sus semejantes.
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