Innegablemente estamos frente a una crisis de valores. Cada día nos estamos dejando arrastrar por una vorágine envolvente de mediocridad y bajeza. Se mancillan y se hacen tabla rasa de los derechos.
Hay falta de respeto en todo sentido, en todo orden. Muy poco valen los esfuerzos de educadores y autoridades porque también sus sectores se han visto afectados seriamente por este desenfreno y corrupción.
Vamos por doquier, cómo prima al insulto, la mentira, el engaño, la corrupción y el contubernio y, no se quiera cargar la culpa sólo a un sector, ni a la crisis económica, ni a la ignorancia de quienes los cometen, porque estos abusos y atropellos vienen de los distintos estratos sociales; hay generalidad en la autoría. No hay sector que esté libre de culpa: pero preocupa en especial el rol del Periodismo
Esta prensa que debería ser reflejo de veracidad, de orientación, de educación, de respeto y espejo para quienes estudian y aman la profesión, también ha sucumbido en gran parte a esta vorágine; ha ido dejando atrás ese respeto y defensa de los más preciados valores y se ha dejado llevar por el mal ejemplo de los mercenarios.
Horroriza encontrarse cada mañana, con rarísimas excepciones, con titulares escandalazos, ofensivos, hirientes y mentirosos en los medios de comunicación.
En muchos de sus informes se encuentra una descarada desinformaciòn que escandaliza al público y destruye cada vez más la credibilidad que debe tener todo medio de información.
Se pierde el valor de la palabra. Estamos cayendo en un Periodismo deshonesto, vulgar, grosero y tenemos la responsabilidad de evitar que caiga màs en esta agresión destructiva.
Se deja extrañar ese Periodismo que tradicionalmente fue orientador e informativo. Un periodismo que resaltaba los valores y que señalaba un camino de rectitud y progreso. Se extraña a los señores de la pluma y del ejemplo, que orientaban, que discrepaban y combatían los males sociales, pero con altura, hombría y valor.
Podría seguir enumerando los males que nos aquejan, que son harto conocidos, pero no deseo caer sólo en el señalamiento. Mi interés va más allá y mi preocupación también. ¿Qué hacer en estas circunstancias?. Primero, un alto y una seria reflexión sobre nuestros valores propios y nuestra moral.
¡Feliz Día, colegas periodistas!.
PD. Cualquier parecido a la realidad, es pura coincidencia. .
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